Riqueza y Diversidad de Aves Asociada a la Zona Agrícola del Valle de Tesistán, Zapopan, Jalisco, México

Abstract

En la actualidad, el establecimiento de los sistemas agrícolas representa una de las principales fuentes de cambio global que afecta prácticamente todos los procesos ecológicos, principalmente la dinámica de las poblaciones, la estructura de las comunidades e incluso cambios en el flujo de materia y energía (Foley et al., 2005). La generación de dichos agroecosistemas tiene como consecuencia la fragmentación de los hábitats naturales, lo cual implica la pérdida de los mismos. Sin embargo, este cambio origina un nuevo ambiente. Es así, que la diversidad total de especies entre hábitats en un paisaje determinado puede aumentar cuando los nuevos parches de ambientes se crean dentro de un ecosistema continuo, lo que permite que las especies puedan encontrar refugio en estos nuevos sitios, esto puede ocurrir incluso en paisajes antrópicos (Andrén, 1994). La fragmentación de los ecosistemas conlleva en sí mismo tres condiciones: 1) la pérdida del hábitat original, 2) la reducción en el tamaño del parche de hábitat, y 3) el creciente aislamiento de parches de hábitat, todo lo cual contribuye a una disminución de la diversidad biológica dentro de su hábitat original (Andrén, 1994). En los sistemas agrícolas, la biodiversidad desempeña una variedad de servicios ecológicos más allá de la producción de alimentos, incluye además el reciclaje de nutrientes, la regulación del microclima, interviene en los procesos hidrológicos locales, la eliminación de organismos indeseables y la desintoxicación de sustancias químicas nocivas (Altieri, 1999; Burguer y Burguer, 2005). Así mismo, proporcionan sitios de alimentación, dormideros, cobertura de escape y refugio para aves (Conover et al., 2006b). En la región neotropical están ocurriendo grandes transformaciones del hábitat debido al incremento en producción de cultivos y la incorporación de ganado. Sin embargo, se desconocen las relaciones entre la avifauna neotropical y las zonas agrícolas (Giacomo y Casenave, 2010).