Pobres, marginados y peligrosos

Abstract

Decir que la historia de la ju ticia, el deüro y el castigo en América Latina es hoy una de las áreas más dinámicas y creativas de la producción historiográfica sobre esta región, puede sonar exagerado para quienes no están familiarizados con su producción. Para quienes venimos siguiendo con atención su desarrollo, sin embargo, tal afirmación hace justicia a la caüdad y variedad de los trabajos que, en los últimos 10 o 15 años, han

renovado completamente un área de investigación que, con pocas excepciones, apare- cía rezagada en relación con otras mucho más establecidas, como la historia agraria, la

historia política o la historia económica. El libro que me honro en prologar confirma esca apreciación. El lector hallará un conjunto de ensayos en tomo al deliro y el castigo en esas naciones, que iluminan aspectos poco conocidos de la historia de nuestros países, retoman viejos temas con nuevos enfoques analítico y nos ayudan a imaginar nuevo rumbos para el estudio de la cultura, la política, el Estado y los grupos sociales.

Resulta pertinente preguntarse, en el umbral de este trabajo colectivo, por las razo- nes que explican el buen momento que atraviesa la historiografía del deliro y el castigo

en la región. Escas razones tienen que ver, a mi juicio, con ciertos desarrollos de la historiografía internacional, pero también, de manera sustancial, con la realidad actual

de los países latinoamericanos, cuyas estructuras legales, judiciales, carcelarias y puniti- vas venían reclamando a gritos no sólo cambios de policicas y una urgente atención por

parte del Estado y la sociedad civil, sino también una mejor comprensión por parte de la comunidad académica. Desde fines de la década de 1960 varias tendencias historiográficas internacionales empezaron a llamar la atención de manera más sistemática sobre el estudio de lo PROLOGO 7

grupos "marginales", las formas de criminalidad, los fenómenos de la violencia y el castigo, y las formas menos organizadas de protesta y disidencia. Autores como Eric Hobsbawm, George Rudé y E. P. Thompson, impulsores de lo que se llamó la "historia desde abajo", incluyeron en sus estudios a personajes antaño olvidados: bandoleros,

cazadores furtivos y ladronzuelos callejeros. Al hacerlo no sólo iluminaban zonas oscu- ras y marginales de la experiencia colectiva de sus sociedades, sino también replanteaban

debates importantes sobre la naturaleza del Estado y las estructuras políticas. Thompson

y sus discípulos, por ejemplo, ofrecieron, para usar la categoría gramsciana de hegemo- nía, una radical revisión de las relaciones entre la ley, el poder y las clases populares en

la Inglaterra del siglo XVIII, abriendo un debate que casi 30 años después continúa

generando controversias entre los historiadores británicos.1 El prestigio de estos auto- res y, en no menor medida, su compromiso político aseguraron una audiencia favora- ble entre historiadores de otras regiones, ávidos de modelos teóricos y metodológicos

que permitieran renovar la investigación y ofrecer perspectivas críticas sobre las formas de poder y dominación.